Algunos estudios efectuados en Harvard (Wozniak y col), describen el
estado de ánimo en el TBP de inicio en la infancia con las siguientes
características:
1- Irritable, colérico, malgeniado, chiflado, soez, irrespetuoso, amenazante, enérgico.
2- Explosividad afectiva.
3- Inatento, atolondrado, insensato, acelerado, con accesos de risa incontrolados o siendo el payaso de la clase.
4- Depresivo, triste, duro consigo mismo, tendencias suicidas, autodestructivo, autolesiones.
Estos
mismos autores defienden la hipótesis de que la fase de grandiosidad
(manía) se manifestaría como desafío extremo u oposición. Igualmente
concluyen que no hay síntoma único que sea la regla de oro.
Otros
autores encuentran variaciones en la sintomatología según la edad de
presentación del cuadro. El humor lábil, inestable, cambiante y la
irritabilidad son especialmente llamativos en los pacientes menores de 9
años (Carlson, 1983).
Clínicamente este fenómeno puede observarse en
forma de cambios afectivos rápidos “tormentas afectivas” que hacen que a
menudo los padres describan a sus hijos como impredecibles,
beligerantes, desagradables, malintencionados, en definitiva y
literalmente como un Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
Estos niños, pues,
presentaría su cara maníaca con un estado de ánimo irritable, explosivo,
tomando a veces, la forma de psicosis, con pobre funcionamiento social y
con consecuencias devastadoras para el niño y la propia familia que
suelen verse desbordados. Por su exceso de energía, escaso juicio y
búsqueda de emociones fuertes, muchos de estos pequeños bipolares
presentan actividad temeraria o de índole sexual (Wilens y col.)
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